Aquí estoy tumbada en la cama, mirando al techo, donde no pretendo encontrar nada interesante, solo a mi misma, a mi sonrisa, a mi felicidad, a mis ganas de reir todo el día y tener ganas te sufrir las consecuencias el día siguiente. Estoy mirando el techo con tanta ansiedad, que parece que estoy en la noche del 12 de Agosto esperando a ver una estrella fugaz para pedir un deseo, que con suerte, puede que se cumpla. No me siento triste, ni mal, solamente me apetecía mirar el techo y no pensar.
Y es curioso, como el no pensar, me ha hecho darme cuenta de que a veces, lo que uno necesita, es mirar a un punto fijo y dejarse llevar a un lugar en el que no puedes sentir nada más que tu propio respirar.
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