viernes, 22 de abril de 2011

Un tortazo en todo el corazón

¿Cuándo dejamos de hacer el amor y pasamos al sólo sexo?
Porque que yo sepa, a mí no me han avisado. Antes cuando eramos más pequeños,
si tenías una cita te ibas con el chico a dar un paseo por el parque o a tomar una cocacola, y si hacía malo y nos acababan de dar la propina, nos íbamos al cine. 
Ahora eso ya no se lleva, ahora no puedes quedar con un chico sin esperar un, tengo la casa libre, o mi amigo nos la deja, ¿te apetece ir?. ¿Y qué es lo peor? pues que si decides seguir tu corazón, sabes que ese chico no te hará sentir especial, sabes que solo eres una más, y que después de ese día, lo mismo ni te llama. También puedes dejarte llevar, pero sabes por adelantado que no puede significar nada más de lo que es, sexo con un chico.
Extraño las dulces miradas en el césped, ir de la mano de alguien que sabes que no se va a atrever a moverla mucho más lejos de tu cuello o tu cara. Echo de menos los momentos cálidos, que no acababan en varios días mirando el móvil a ver si te llama o ha sido un idiota más.
¿En qué momento pasamos de sentirnos como sólo uno cuando llega el momento, a un grito desesperado de placer y un '' ha estado bien ¿eh? ''?.

 Siento deciros, que yo ya he perdido la esperanza de toparme con una situación como las de entonces, ahora solo puedo encontrarme con frases como la que me dijeron el otro día,
¿Vienes mucho por aquí? me suena tu cara aunque no podría olvidar ese cuerpo.
Si esto es lo que me espera de ahora en adelante, creo que prefiero ser pequeña.

2 comentarios:

  1. cuando somos pequeños queremos crecer, y ahora que somos mayores, nos queremos quedar atrapados en la infancia... cuanto menos curioso..

    En referencia a una antigua entrada, quédate solo con lo que pesa lo suficiente como para meterlo en esos gramos que pesa el alma, lo demás, del cuerpo es y al cuerpo le pertenece.

    Animo, que ahora mejorara el tiempo y podrás tirarte en la hierba ;)

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  2. :) gracias por los ánimos lo hacen más ameno.
    Y es muy curioso querer quedarnos en la infancia aún sabiendo la cantidad de cosas que nos quedan por vivir.

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