A veces mi propia cabeza me traiciona, me hace pensar cosas que sé que no son verdad, pero ella, planta la semilla y mi corazón, no sabe distinguir la mentira que se siembra en mis pensamientos. Esta vez, en la nochevieja, mis defensas bajaron y dejaron paso a las dudas, el miedo y la inseguridad.
Mi mundo feliz se derrumba, ante una insignificante acción, inventada por el mal y que arrastra consigo todas las posibles sonrisas, y buenestar que sentía en mi interior.
Ante tal ofensa, mi propio mundo intenta luchar, pero a veces ni aún teniendo pistas que me conducen a la verdad, consigo deshacerme del todo, de esa maléfica idea que se plantó en mi cabeza, porque sí.
¿Qué puedo hacer en esta situación? Rendirme y decir adios a toda la felicidad anterior, por culpa de un mal pensamiento. O luchar y ganar a la mala leche que se ha instalado en mi cabecita y que parece que tiene ganas de quedarse por un tiempo.
Quiero luchar, no sé como, pero conseguiré derrotar al miedo, a la tristeza, a las invenciones y a todo eso que me está haciendo sentir, menos feliz de lo que debería estar.
Lucharé por todo eso, porque me importa de verdad.
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