Era la chica con la sonrisa más grande del lugar.
Llevaba una camiseta ajustada y unos vaqueros rotos, con sus converses rosas y sus gafas molonas.
El flequillo recto la daba un aspecto de ser más joven de lo que en realidad era.
Llevaba un paso ligero e iba escuchando su iPod mientras caminaba, feliz, por la ciudad, y todo el mundo la miraba. Porque era la chica de la sonrisa permanente. Toda esa gente había oído hablar de la chica a la que se la sudaba todo. Porque cuando ella quería ser feliz, lo era sin razón alguna.
Entonces dió la vuelta a la esquina, y todo el mundo volvió a sus respectivas vidas, después de haber sufrido un estado de felicidad pura. Todos deseaban volver a ver a la chica de la sonrisa más idiota que os hayais imaginado jamás.
Ella sabía lo importante que era en esa ciudad y eso lo hacía sonreir aún más.
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