¿Y si mi mayor condena es la distancia?
¿Qué pasa si mis barrotes son las aduanas?
¿Mi prisión, mi ciudad?
Allí en un lugar, en el que todo se ve mucho más brillante,
donde jamás esperaste estar, se juntan todos los reflejos,
de lo que siempre quisiste tener, lo que soñaste conseguir.
Que pasa, si, alejado está el molde de lo que podría ser la perfección.
Un suspiro leve en tu oído, como un susurro de buenas noches,
un abrazo que consuela, o que simplemente te hace sentir,
como lo que pensabas desde el lugar en el que estabas encerrada.
Con solo mirar sus ojos quizás sería sentir la libertad,
sabría por fin lo que cada noche antes de dormir,
intentamos hacer sentir a nuestra cabeza sin que sea realidad.
Lo más cerca que estuve de realizar lo que mas ansié,
fueron dos días de libertad condicional,
pude respirar el mismo aire que me daría un lugar lejano,
pisar, y pasar por los lugares que me harían sentir una mas.
¿Y si mi mayor deseo es volar hacia la libertad?
¿qué pasaría si quisiera probar lo que cada noche ansío
que sea realidad, rozar, mirar, abrazar, besar...?
¿Qué pasaría si te diera las buenas noches al oído en vez de escribirlas como cada noche antes de descansar?